Entre la Guerra y la Paz: Testimonio de una vida
- Publicado en Jueves, 03 Abril 2008 08:45
Escrito por ALGES
Con la voz llena de sentimientos encontrados, Enrique Antonio López Mejía, lisiado de guerra de la ex guerrilla salvadoreña, cuenta como ha ido colocando -con sus manos- ladrillo a ladrillo para edificar su casa, su hogar. Con empeño ha ido sembrando cada flor que hay en su jardín, cada fruta que obtiene de su parcela de tierra. Con coraje ha decidido sacar adelante a su familia y reconstruir su vida.
De la guerra…
“Nunca olvidaré aquel 19 de octubre de 1983”. Era lunes y en el vaivén de los vientos, se asomaba la muerte. “A las 12:50 m. di el último paso con mi canilla. Recuerdo que sentí un golpe fuerte que terminaba con mi vida, como que una piedra grande y caliente me quemara el cuerpo. Junto a otros compañeros, realizábamos una campaña para limpiar y expandir terreno. El objetivo era transitar sin que los militares nos molestaran. Nos encontrábamos en la posición El Manguito, Carretera Nueva, Cantón Tecomatepe, Cuscatlán".
La historia de Quique o Marvin- como lo llamaban sus compañeros de lucha- comenzó mucho antes. Según datos de la historia oficial de El Salvador, el país vivió 12 años de guerra civil, entre 1980 y 1992. Pero desde los 70 la situación social, económica y política era grave. La sociedad estaba convulsionada, la pobreza arreciaba y casi mataba, los fraudes electorales estaban a la orden del día. Pero lo que realmente rebalsó el vaso y desencadenó la lucha armada fue la represión en contra del pueblo.
Quique y su familia vivían en el cantón Las Delicias, de Suchitoto, Cuscatlán. Todos trabajan arduamente para sobrevivir. “En 1979 se puso difícil la situación. Los escuadrones de la muerte- grupos armados, de exterminio que recibían órdenes de la `extrema derecha´ del país[1]- llegaron a mi comunidad. Yo no estaba en la casa, había salido, sólo se quedó mi mamá y el niño tiernito. A mi madre la golpearon para que les dijera dónde estábamos. Ella callada. Pero echaron gasolina, encendieron un fósforo y la amenazaron con quemar al niño. Por temor habló, las palabras se le atoraban en la garganta. De la casa salieron en búsqueda de nosotros para matarnos. Ignorábamos el motivo. En el camino encontraron a mi hermano Tomás y a Mauricio, mi sobrino. Los asesinaron con saña, de una manera cruel. Los demás huimos al monte, sin conocer las razones de tanto odio.
A los días, en el monte, nos encontramos con Reyes, otro hermano. Él era el culpable de tanto horror, su delito: ser catequista de la iglesia católica. Los escuadrones de la muerte tenían la misión de aniquilar a todas las familias de la comunidad, en especial a aquellos que se relacionaban con la iglesia y andaban predicando. Tuve que incorporarme a la guerrilla para sobrevivir. Tenía 19 años”.
[1] De la Locura a la Esperanza: la guerra de los Doce Años en El Salvador: Reporte de la Comisión de la Verdad para El Salvador pág. 40, http://www.uca.edu.sv/publica/idhuca/cv.pdf
De la Paz…
Después de quedar lisiado, Quique siguió aportando a los compas desde el exterior, en Honduras. Luego desde Cuba, donde recibió la noticia de la Firma de los Acuerdos de Paz, el 16 de enero de 1992.
A su regreso al país, sólo traía los bolsillos llenos de esperanzas. Sin embargo, de la paz firmada sólo encontró el silencio de las armas y el inicio de una nueva etapa: La lucha por los derechos del sector de lisiados de guerra.
En 1994, dos años después de firmada la paz, finalmente se creó el Fondo de Protección a Lisiados y Discapacitados a Consecuencia del Conflicto Armado, como mandato recogido en estos acuerdos.
Quique empezó a recibir pensión. Pero esto no fue tan fácil, tuvo sus costos. Los lisiados guerra- del FMLN y Fuerza Armada- se unieron, obligados por la misma precaria situación en la que vivían- sin reconocimiento, ni atención alguna y olvidados por aquellos que en otros tiempos ensalzaban sus hazañas y los mandaban al frente del combate-. Comenzaron a hacer marchas en las principales calles del San Salador para exigir sus derechos. Nuevamente, la represión. En las primeras manifestaciones murieron dos lisiados a manos de los antimotines- unidad de la recién creada Policía Nacional Civil (otro `logro´ de los Acuerdos de Paz)-.
A 16 años de la Firma de los Acuerdos de Paz, Quique dice tajantemente que los lisiados de Guerra no tienen paz. La institución que nació para protegerlos continúa con la política de sacudirse a los lisiados: quitando o bajando pensiones, retrasando la entrega de prótesis y órtesis, recibiendo una deficiente atención en salud únicamente por la lesión, demorando la entrada de nuevos beneficiarios. “Hay compañeros que tienen años esperando que el Fondo emita una resolución de sus casos”.
La lucha realizada los ha llevado a: protestar en las calles, realizar conferencias de prensa, vigilias, poner denuncias ante la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos- institución que en el 2005 emitió un informe en el que señalaba al Fondo como violador de los derechos humanos de los lisiados-, enviar cartas a la Organización Naciones Unidas (ONU) y a proponer reformas a la Ley de Beneficio para la Protección de Lisiados y Discapacitados a Consecuencia del Conflicto Armado (Decreto Legislativo 416) para, entre otras cosas, obtener un pequeño aumento a las pensiones y salud integral. Sin embargo, el partido oficial, ARENA, ha sido el principal opositor a sus demandas, que ya van a cumplir tres años de estar en el primer órgano del Estado.
Actualmente, Quique recibe una pensión de $120 al mes. A su compañera de vida, también lisiada, le dan $ 90. Con ese ingreso tratan de sacar adelante a sus cuatro hijos. “Ese dinero lo administra mi mujer pero no nos alcanza para darles todo lo que quisiéramos, en especial educación”.
Escuela para la Paz…
Este año, Quique tiene planeado participar en la Escuela de Liderazgo que ALGES está realizando desde el 2007. Esta es una nueva estrategia que da mucha importancia a la capacitación de los líderes y liderezas en los 14 departamentos para que puedan defender sus derechos. Desde enero del año pasado con la cooperación de la AGEH del ZFD elaboraron un Programa de capacitación donde se reflexiona sobre la vigencia de los derechos humanos en el marco de la realidad nacional actual. “Creo que es importante porque tenemos que seguir exigiendo nuestros derechos. Si no estuviéramos organizados y decididos a luchar ya no tuviéramos ningún beneficio. El Fondo de lisiados ya no existiera”.
Para sus hijos menores, quiere algo diferente. Un país con oportunidades para estudiar, trabajar, con acceso a la salud, con seguridad… Una paz verdadera.
El testimonio de Quique es similar
al de muchos lisiados de guerra. Según el informe de la Comisión de la Verdad
son más de 40 mil los que quedaron después del conflicto armado, pertenecientes
a la ex guerrilla, Fuerza Armada y población civil. La mayoría no recibe
beneficios.